Cortesía: Ventana Comercial -Tarapoto
PALABRAS SUELTAS DE UNA VIDA IMANADA A LA PINTURA
SALVADOR ROSADO
"DESDE NIÑO, MI VIDA FUE ATRADA POR LOS COLORES Y LAS FORMAS. COMO CASTIGO, DIBUJABA EN LA PIZARRA LAS TAREAS DE HISTORIA PARA QUE MIS COMPAÑEROS LAS COPIARAN. LA ANGELICAL CORRECTORA ERA, MI PROFESORA DE PRIMARIA"
"COMO ESTAMPIDA DE CORCELES DESBOCADOS
MI ESPÍRITU GALOPA LIBERADO"
MI ESPÍRITU GALOPA LIBERADO"
Red Boy
SALVADOR ROSADO, nació en la ciudad de Trujillo en 1959. Sus padres fueron Don Manuel Jesús Salvador
Sandoval, de ocupación transportista y Doña María Macionila Rosado Rosas, de ocupación comerciante; ambos
naturales del departamento de La Libertad. Salvador Rosado es el sexto de nueve hermanos. Pasó sus primeros
años de su infancia en el distrito El Porvenir, donde su madre era propietaria de una extensa parcela llamada Cerro El Presidio, ubicada en dirección al distrito de Laredo.
En1964, a la edad de cinco años, comenzó sus estudios escolares en la escuela pública Mariano Melgar. A pesar de su corta edad, disfrutaba de las vistas al paisaje cañero que rodeaba las huacas de barro de las antiguas culturas pre-incas Moche-Chimú desde el techo de su casa, ubicada en las faldas del Cerro El Presidio. Solía observar el paso de las locomotoras a
vapor, cuyos vagones transportaban obreros y toneladas de cañas de azúcar desde el distrito Laredo al
puerto de Salaverry y Alto Chicama.
Con el tiempo, su madre se trasladó a vivir a los molinos y granjas de propiedad de la familia en la ciudad de
Trujillo. En esa época, sufrió una mordedura en la cabeza por uno de los perros rottweiler que custodiaban la granja, lo que lo dejó enfermo y sin habla durante un largo periodo de tiempo.
En 1965, continuó sus estudios primarios en la escuela pública 267. Siendo un niño travieso, su profesora solía reprenderlo por sus mal comportamiento y travesuras, obligándolo a dibujar las tareas escolares en la pizarra. Estas correcciones marcaron el comienzo de su interés por el dibujo y la pintura.
Después del terremoto de 1970 que afectó Ancash, La Libertad y otros departamentos del Perú, Salvador Rosado continuó sus estudios secundarios hasta el tercer año en el colegio técnico Marcial Acharán y Smith. Allí, adquirió conocimiento en diversas especialidades, como electrónica, mecánica, motores, electricidad, carpintería, construcción civil y dibujo técnico.
Sin embargo, debido a su creciente interés por el dibujo y pintura, el cuarto y quinto año de secundaria los cursó de
manera interrumpida entre 1975 y 1978 en diferentes colegios públicos y privados, ya que pasaba mucho tiempo en las playas de la Libertad dedicándose a crear acuarelas.
En 1975 a la edad de 16 años, recibió una invitación para participar en una exposición colectiva en la galería del Colegio de
Arquitectos del Perú en Trujillo. En esta exposición, compartió espacio con pintores locales de renombre y recibió elogios por las obras que presentó.
Ese mismo año, intentó ingresar a un curso vacacional de
dibujo y pintura en la escuela de bellas artes de Trujillo, pero fue rechazado debido a un incidente en el que accidentalmente destruyó una escultura de yeso que era el examen de otro estudiante.
A partir de 1976 a 1980, Salvador tomó la decisión de educarse por si mismo en dibujo y pintura con el objetivo de convertirse en un pintor artístico. Comenzó a asistir diariamente a las bibliotecas municipales y la biblioteca de la Escuela de Bellas Artes de Trujillo, donde se convirtió en un ávido lector de arte, literatura y ciencia. Los
bibliotecarios le prestaban libros para que pudiera continuar sus estudios en casa.
Más atrde, Salvador tuvo la oportunidad de conocer al pintor Pedro
Azabache, quien lo aceptó como su alumno en su casa taller de la campiña de moche. Durante estos años, también logró una mención honrosa en poesía con su poemario titulado “Muchacho de Palabras Sucias,” firmando sus trabajos con el
seudónimo "Red Boy" (muchacho rojo).
1980
(350 cm. X 200 cm.) Óleo sobre Lienzo.
El padre de Salvador, propietario de una agencia de transporte de carga, lo apoyó proporcionándole trabajo como ayudante de
chofer de trailer. Esta experiencia lo llevó a viajar por toda la costa, sierra y selva del Perú, lo que enriqueció su espíritu viajero. Durante sus viajes, aprovechaba para dibujar y pintar acuarelas en los diferentes lugares que visitaba.
Cuando se encontraba en Lima, Salvador hacia visitas regulares a todos los talleres
de la Escuela Superior de Bellas Artes y la facultad de arte de la PUCP, Pasaba largas horas examinando los libros disponibles en ambas bibliotecas, ampliando su conocimiento artístico.
Durante ese tiempo, tuvo oportunidad de conocer y entablar amistad con destacados maestros del arte, como Adolfo Winternitz Wurmser, Tilsa Tsuchiya, Edwin Oswaldo
Higuchi Onaka, Juan Manuel Ugarte Eléspuru, Teodoro Nuñez Ureta, Ángel Chávez y Oscar Allaín cotera, De estos maestros, Salvador Rosado recibió valiosos consejos y orientación en su carrera artística.
A pesar de la insistencia de su padre, quien deseaba que Salvador se convirtiera en
abogado, Salvador tomó la decisión de independizarse. Viajó a Lima con el objetivo de estudiar en la Escuela de Bellas Artes. Mientras esperaba la apertura de la matrícula en Lima, regresó a la ciudad de Trujillo y luego viajó a Ecuador, donde pasó una larga temporada. Durante su estancia en Ecuador, trabajó como ayudante en los talleres de
los maestros, Viteri, Almeida y León Ricaurte, residente en salinas.
Salvador Rosado, León Ricaurte destacado pintor ecuatoriano, y Marco Bocanegra Galván -Salinas Ecuador-.
Después de su regreso a Trujillo, Salvador retomó sus clases privadas de pintura en el taller del maestro Pedro Azabache, ubicado en
la campiña de Moche, durante este periodo, se dedico a pintar diversos paisajes costumbristas y participó en varias
exposiciones colectivas.
Además, recibió una invitación especial para ser uno de los artistas encargados de pintar un mural en homenaje al poeta César
Vallejo en la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional de Trujillo, un proyecto que refleja su creciente reconocimiento en el mundo artístico local..
Posteriormente, Salvador Rosado regresó a Lima, donde permaneció durante tres
años. Durante este tiempo, trabajó en la creación de copias de famosos pintores clásicos y modernos para coleccionistas extranjeros. Paralelamente, participó en varios concursos nacionales de dibujo y pintura, destacándose por ser seleccionado en diferentes ocasiones, lo que consolidó aún más su reputación como artista.
Alumno y Maestro: Salvador Rosado posando junto a quien fuera su maestro, el inmortal Pedro Azabache -el último pintor indigenista peruano- Casa Taller Azabache en la campiña de Moche. Trujillo-Perú.
Salvador Rosado continuó su viaje artístico y aventurero, pasando una larga temporada en la sierra de la Libertad, especialmente en lugares como Santiago de Chuco, Cajabamba y Huamachuco. Durante este tiempo, pintó paisajes y escenas costumbristas en las zonas de Julcán y Ayangay, donde su madre era propietaria de varias hectáreas de terreno. Durante esta etapa creativa, produjo un total de setenta cuadros costumbristas y seleccionó veinte de ellos para su primera exposición individual titulada “TIERRA
PROFUNDA," que tuvo lugar en la Cooperativa Santo Domingo de Guzmán en 1983, En esta exposición, logró vender toda su obra.
Después de esta experiencia en la sierra del centro del Perú, Salvador Rosado continuó su viaje por diferentes regiones del país. En el distrito de Chinchero, conoció al maestro acuarelista Luis Palao Berastian. Luego, se trasladó a Huánuco, y se adentró en la selva sur oriental, donde vivió diversas experiencias, tanto buenas como desafiantes. Durante su tiempo en esta región, desempeñó varios oficios, incluyendo recolector de hojas de coca, empleado de tienda, chofer de camión, tumbador de montes, comerciante
de maíz, chimbiador de balsas y defensor de injusticias, Sin embargo siempre mantuvo su pasión por la pintura y continuó siendo un artista.
Durante esta etapa, creó cuarenta cuadros al óleo y seleccionó veinte de ellos para su segunda exposición individual en 1984, titulada “SUEÑOS SALVAJES” que se llevó a cabo en la plaza de armas de Puerto Maldonado en homenaje al poeta
Javier Heraud.
En ese mismo año, Salvador Rosado conoció al maestro Pablo Amaringo, el pintor de la ayahuasca, en Pucallpa, y vivió una breve temporada en su
casa taller. Luego, se trasladó a la selva de San Martín, viajando por varias localidades, incluyendo Juanjuí, Sion, Pólvora, Puerto Pizana,
Aucayacu, Progreso, Uchiza, y Tocache. Durante esta época, que coincidió con el periodo de terrorismo en el país, Salvador se convirtió en un "corredor de sombras," experimentando tiempos difíciles y peligrosos en la zona.
La experiencia traumática de perder toda su producción pictórica a manos de los subversivos en Tocache marco un punto de quiere en la vida de Salvador Rosado.
Después de haber estado al borde de la muerte y sufrir perdidas económicas, decidió pasar un tiempo en la Provincia de Juanjuí, donde pintó a lo largo de las riberas del río. Realizó viajes esporádicos a diferentes caseríos y distritos, incluyendo Bellavista, Saposoa, Picota, y el Biabo.
En 1988, Salvador llevó a cabo su tercera exposición individual
titulada " ORO VERDE" en la biblioteca Municipal de Tarapoto, una ciudad con fuerte presencia de comerciantes En esta exposición, logró vender toda su producción pictórica.
A principios de 1990, viajó a Ecuador, donde se reunió con el destacado pintor
experimentalista León Ricaurte y expuso en la galería de León en Salinas. Ese mismo año, en Lima, recibió una oferta de trabajo como copista de pinturas clásicas y modernas por un período indefinido en Londres, que decidió rechazar.
Salvador luego regresó a su ciudad natal, Trujillo, donde se involucro en ámbito cultural, participando en el diseño de libros , revistas, periódicos, y en el mantenimiento y decoración de casas. También participó en concursos nacionales de pintura y exposiciones colectivas, y vivió una vida bohemia y romántica relacionada con la cultura.
Sin embargo una noche del invierno de 1991, mientras se sumergía en las frías aguas del mar de Huanchaco, Salvador tomó la difícil decisión de no
volver a participar en concursos de pintura. Se autodominó un "artista SUBTERRÁNEO, NEOFIGURATIVISTA y
SURREALISTA ABSTRACTO VISIONARIO."
A finales del
mismo año, llevó a cabo su cuarta exposición individual titulada " ESPEJOS DE AGUA," en el malecón Salinas, Ecuador, marcando el inicio de su proyecto neofigurativo y surrealista abstracto visionario. En 1992 realizó su quinta
exposición individual titulada “AMERICA,” en la Peñas Guayaquil, Ecuador, donde recibió elogios por su
obra texturizada y difuminada con elementos precolombinos.
Salvador Rosado (al centro) y de izquierda a derecha: los pintores, Rafael Lizarzaburu, Leoncio Muñoz, poeta Luis Eduardo García, pintor Héctor Acevedo.
Caleta de Huanchaco 1990.
Salvador Rosado demostró un compromiso constante con su desarrollo artístico y exploró una variedad de técnicas y estilos durante este período de su vida. Adquirió una propiedad frente al mar en la caleta de Huanchaco, donde pudo dar rienda suelta a su creatividad. utilizó técnicas como el collage, la escultura, el dibujo, el grabado, la acuarela y el óleo, y profundizó en el estudio de diferentes movimientos artísticos, incluyendo el impresionismo, surrealismo, cubismo, abstracto, informal y experimental. También se dedicó al estudio de la historia de las culturas pre-incas
del Antiguo Perú.
Desde 1992 a 1994, Salvador participó en varias exposiciones colectivas y visitó importantes sitios arqueológicos en la región, como Chan Chan, la Huaca del Sol y la Luna y Marca Huamachuco. Además, estudió las colecciones de los museos de arqueología en la zona y desarrolló una estrecha amistad con José Cassinelli Mazzei, propietario del Museo de Arqueología Cassinelli en
Trujillo, quien también fue un mecenas de artistas.
En 1995, llevó a cabo su primera
exposición individual de dibujos puntillistas a tinta en blanco y negro, titulada “HOGAR DE LOS DIOSES,” en banco Extebandes de Trujillo. Esta exhibición se basó en sus estudios iconográficos de las culturas Moche Chimú, y recibió elogios y críticas favorables. Salvador Rosado comenzó a inclinar su trabajo hacia el paisaje natural y la iconográfico
de las antiguas culturas pre-incas del Perú, consolidando su tendencia neo-figurativa.
En 1996, emprendió un viaje por los pueblos del interior del Departamento de la Libertad, donde encontró inspiración para su próxima exposición. Estableció su taller en Julcán y pintó 35 cuadros, seleccionando 18 paisajes costumbristas para su séptima exposición individual titulada
“PUEBLOS,” realizada en la galería de Arte del diario La República en la ciudad de Trujillo.
En 1997 presentó su octava
exposición individual en el banco Extebandes de Trujillo, titulada “PRIMITIVO.” Esta exhibición incluyó 20 cuadros al óleo y pasta
acrílica de gran formato inspirados en las iconografías pre-incas del antiguo Perú, y nuevamente recibió críticas favorables a su trabajo pictórico. Salvador Rosado continuó explorando y desarrollando su estilo artístico a lo largo de su carrera.
SALVADOR ROSADO, hechizado por las enigmáticas huellas del pasado prehispánico, posa junto a uno de sus gigantescos dibujos puntillistas.
Salvado rosado demostró una búsqueda constante de libertad y una profunda conexión con las culturas y paisajes de Perú. Después de dejar la comodidad y la bohemia urbana, decidió volver a viajar y explorar la selva Peruana. Se estableció en Iquitos, a orillas del río Amazonas, durante un año. Durante su estancia allí, quedó fascinado por las
iconografías presentes en la cerámica y los atuendos de las comunidades locales. Viajó por varias localidades de la selva, como Urarinas, Trompeteros, Nauta,
navegando por los ríos amazonas, tigre, marañón. Esta experiencia enriquecedora vivencial y cultural lo dejó satisfecho y lo inspiró.
Luego, Salvador regresó a Tarapoto y se estableció en la Banda de Chilcayo, donde siguió explorando y viviendo su pasión por la cultura y las costumbres locales. Viajó periódicamente al pueblo de Lamas, donde se sintió fascinado por la cerámica y las tradiciones culturales.
En 1999, Salvador Rosado se trasladó a Moyobamba y continuó interesándose en la cultura y las costumbres locales. Recorrió las
comunidades nativas del alto y Bajo Mayo, lo que le permitió sumergirse aún más en la riqueza cultural de la Región.
Además trabajó en proyectos culturales de autosostenimiento con las
comunidades de Awajun, Shampuyacu y Atumplaya.
Desde el 2000 hasta el 2008, Salvador canalizó su espíritu solidario colaborando, ad honoren con diversas ONGS cristianas humanitarias en la Región de San Martín, con el objetivo de ayudar a las personas desposeídas y abandonadas. Esta dedicación a proyectos humanitarios refleja su profundo compromiso con el prójimo y su deseo de contribuir al bienestar de la comunidad.
SALVADOR ROSADO, incansable en la brega de plasmar en sus cuadros los instantes más felices y tormentosos de la vida.
La trayectoria artística de Salvador Rosado continuó enriqueciéndose con nuevas exposiciones a nivel internacional. En abril del 2011, llevó a cabo su novena exposición individual, titulada “RIOJA SELVA
DEL SOL,” en el centro artesanal latinoamericano de la ciudad de Medellín, Colombia. Presentando veinticinco cuadros.
A finales del mismo año, realizó su décima exposición, titulada "PAISAJES Y COSTUMBRES RIOJANAS" en el Centro Cultural de América Latina (CCA)L de la ciudad de
Guadalajara, México. Estas exposiciones internacionales evidencian el reconocimiento y la difusión de su trabajo artístico en diferentes partes del mundo.
Salvador Rosado sigue siendo un artista apasionado y desafiante, comprometido con su creación artística. A lo largo de su carrera, ha revelado un pasado ancestral SURREALISTA ABSTRACTO VISIONARIO en su obra, un secreto que solo él conoce, y que ha permitido que sus lienzos cobren vida con imágenes rupestres míticas y fascinantes.
Su creatividad y dedicación continúan inspirando a quienes tienen el privilegio de conocer su obra.
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